El 70% de la superficie de la Tierra está cubierta en su totalidad por agua. El agua alcanza un volumen de aproximadamente 1.500 millones de kilómetros cúbicos, de los cuales el 97% se encuentra concentrado en los océanos y mares y el 2% en los glaciares y cumbres nevadas. El 1% restante corresponde a los cuerpos de agua superficiales (ríos y lagos) y reservorios de agua presentes en el subsuelo terrestre.
El agua y la vida son inseparables. El agua constituye sin lugar a dudas uno de los recursos más valiosos del planeta, desempeñando un rol esencial en prácticamente todos los procesos biológicos que ocurren en la naturaleza (Perrier et al., 2014). La vida terrestre tal como la conocemos hoy en día solo es posible gracias al ciclo del agua, el cual ha estado operando de manera permanente durante billones de años, produciendo el movimiento constante de grandes masas de agua de un sitio a otro, al mismo tiempo que se produce el cambio de fase entre agua líquida, vapor de agua y hielo, definiendo un sistema cerrado en donde el volumen total de agua se mantiene siempre estable. De no existir el ciclo del agua, la Tierra sería un sitio inhóspito, razón por la cual los poetas suelen referirse al agua como: “el elíxir de la vida”.
¿Por qué es tan importante el agua para los seres humanos?
Cualquier ser vivo que habita el planeta Tierra representa una “solución acuosa”. Los seres humanos no somos una excepción. El agua es el componente más importante del cuerpo humano. El 60 % de la masa corporal de una persona adulta es agua. El 83% de la sangre son moléculas de H2O. Los órganos también se componen fundamentalmente de agua (riñones: 82%; músculos: 75%; cerebro: 74%),e incluso un 22% de la masa ósea de cualquier persona es agua.
El agua cumple un rol fundamental en el funcionamiento del cuerpo humano. Por un lado, actúa como solvente de todos los fluidos corporales, y posibilita el transporte de nutrientes y oxígeno en la sangre. A su vez, ayuda a regular la temperatura corporal y lubrica las articulaciones. Por otro lado, ayuda a la función digestiva y facilita la eliminación de sustancias de desecho. Finalmente, a través de las reacciones enzimáticas, el agua ayuda a regular el balance hidroelectrolítico. Además de todas estas funciones técnicas y específicas que cumple el agua para garantizar el correcto funcionamiento del cuerpo humano, es importante recalcar que el grado de hidratación también impacta en las funciones cognitivas, como son la concentración, el estado de alerta, y la memoria a corto plazo (Ritz and Gilles, 2005).
¿Qué relevancia le damos al consumo de agua hoy en día?
A pesar de su importancia vital, en la sociedad actual la hidratación no recibe la importancia que debería, posiblemente debido a los efectos que produjo la civilización en la conducta humana. Hace aproximadamente 11.000 años, la domesticación de plantas y animales por parte del Homo Sapiens dio lugar a una gran revolución que marcó un antes y un después en la vida y evolución de la especie. El dominio de cultivos y el control sobre rebaños de animales permitió desarrollar asentamientos permanentes, abandonando la vida nómade y migratoria para evolucionar a una vida sedentaria, marcando el final de un período (Paleolítico) y el comienzo de una nueva era en la historia y evolución del Homo (Neolítico).
Desde comienzos del Neolítico, los asentamientos humanos fueron estratégicamente localizados en valles fluviales, así como también en las cercanías de lagos y cuerpos lagunares capaces de satisfacer las necesidades básicas de las personas, abastecer de agua a sus animales y permitir el desarrollo de cultivos. Esta conciencia sobre la importancia del agua para la supervivencia de la especie humana fue heredada por las civilizaciones futuras, comenzando por los Sumerios, quienes se asentaron en el valle ubicado entre los ríos Tigris y Éufrates. Luego, los egipcios se situaron a orillas del Río Nilo, y construyeron acequias y lagunas para aprovechar el agua durante las crecidas. Allí construyeron grandes ciudades, como es el caso de Babilonia. Más tarde, el Imperio Romano logró desarrollar técnicas para el aprovechamiento del agua, desde acueductos, molinos y griferías, hasta piscinas, fuentes decorativas, cascadas, cisternas y sistemas para la recolección de agua pluvial y suministro de agua a presión para diferentes usos. A su vez, en la historia de la hidrología, la cultura musulmana también desarrolló sistemas de irrigación para cultivos y técnicas de prospección, captación, elevación, almacenamiento y distribución del agua. Esto permitió evolucionar significativamente en el cultivo y el aprovechamiento del agua, dando lugar a una importante revolución agrícola acontecida en el Siglo XI. Más tarde, el desarrollo de grandes centros urbanos requirió diagramar y planificar como sería el suministro y la distribución de agua en la ciudad, así como también elaborar planos de evacuación de aguas residuales y agua pluvial. A lo largo de la historia, las diferentes civilizaciones entendieron la importancia que representaba el agua para la supervivencia de la especie. Sin embargo, a lo largo de la evolución de la vida sedentaria, el Homo Sapiens comenzó a concebir al agua como un recurso común debido a su abundancia en los nichos urbanos, olvidando paulatinamente su importancia vital.
En las ciudades y centros urbanos modernos, el agua es un recurso corriente y de bajo costo económico, razón por la cual muchas veces su rol en el desarrollo y la vida de las personas pasa completamente desapercibido. La mayoría de las personas desconoce el impacto que puede generar una mala hidratación en la salud y el bienestar general, a excepción de los atletas de alto rendimiento, a quienes desde muy temprana edad se les inculca la importancia de la hidratación para el rendimiento deportivo. Mantener una hidratación óptima resulta fundamental no solo para el rendimiento deportivo de un atleta, sino que juega un papel trascendental en la vida de cualquier persona, y representa un ingrediente esencial para potenciar el rendimiento humano de manera saludable y evolucionar hacia una mejor versión sostenida en el tiempo.
Este capítulo busca introducir las bases y conceptos elementales vinculados a la hidratación, analizando de manera integral su impacto en la salud y el rendimiento humano.
El rol fundamental del agua en el cuerpo humano
El agua participa en prácticamente todos los procesos fisiológicos. La cantidad de agua presente en el cuerpo depende de muchos factores que son variables, no sólo en función de cada persona en concreto sino también según su cronología y estado fisiopatológico. El contenido y la distribución de agua en el cuerpo depende de la combinación de variables intrínsecas y extrínsecas. Dentro de los variables intrínsecas se destacan la edad, el sexo, metabolismo y genotipo propio de cada persona. Por otro lado, las variables extrínsecas incluyen factores tales como la temperatura de la región donde vive la persona, sus hábitos alimenticios y de movimiento, volumen corporal, estado de salud y medicación.
Conforme aumenta la edad, el contenido relativo de agua en el cuerpo disminuye desde un 75 % del peso corporal en los primeros meses de vida hasta aproximadamente un 60 % en los adultos. Esto se debe a que después del primer año de vida, parte del contenido de agua es sustituida por proteínas y minerales. En cuanto al sexo, por lo general ocurre que los hombres tienen mayor tamaño corporal y masa magra, lo cual hace que tiendan a tener mayor porcentaje de agua que las mujeres, ya que la masa magra tiene mayor contenido de agua que la grasa.
¿Cómo el agua ayuda a transportar nutrientes?
El agua es fundamental para la homeostasis celular, al transportar nutrientes a las células y eliminar los desechos (Häussinger, 1996). Es el medio en el cual todos los sistemas de transporte funcionan, permitiendo intercambios entre las células, los fluidos intersticiales y capilares (Grandjean y Campbell, 2004). El agua mantiene el volumen vascular y permite la circulación sanguínea, que es esencial para el funcionamiento de todos los órganos y tejidos del cuerpo (Ritz y Berrut, 2005). Entonces, los sistemas cardiovascular y respiratorio, el tracto digestivo, el sistema reporductor, los riñones y el hígado, el cerebro y el sistema nervioso periférico, todos dependen de una hidratación adecuada para funcionar efectivamente (Häussinger, 1996). La deshidratación severa entonces afecta la función de varios sistemas y se convierte en una amenaza para la vida. (Szinnai et al., 2005).
¿Cómo el agua permite regular la temperatura corporal?
El agua tiene gran capacidad calorífica, lo cual permite reducir los cambios en la temperatura corporal en regiones caracterizadas por una gran amplitud térmica. Además, es efectiva en vaporizar el calor, permitiendo que el cuerpo pierda calor aun en ocasiones donde la temperatura ambiente es superior que la corporal (Montain et al., 1999).
¿Por qué el agua funciona como lubricante y amortiguador?
El agua junto con moléculas viscosas forma fluidos lubricantes para las articulaciones, saliva, ojos, secreciones gástricas y moco intestinal en el tracto digestivo, como así también para la secreción del moco en las vías respiratorias y del tracto genito-urinario. Al mantener la forma celular, el agua además actúa como amortiguador al caminar o correr. Esta función es clave para el cerebro y la médula espinal, y particularmente importante para la protección del feto durante el embarazo.
La función del agua en el sistema abierto del cuerpo
El cuerpo humano funciona como un sistema abierto sujeto a un intercambio permanente de materia y energía con el ambiente. Este complejo sistema orgánico opera de manera incesante para lograr alcanzar el estado de equilibrio termodinámico, buscando disminuir la entropía a través de procesos tales como la circulación de la sangre, la respiración, la hidratación y la alimentación. Los agentes de intercambio más importantes para lograr que el sistema funcione correctamente son el aire y el agua. En el caso del agua, el equilibrio se logra cuando las salidas a través de la orina, la sudoración, las heces y pérdidas insensibles (humidificación del aire espirado y respiración) son compensadas con las entradas provenientes de la ingesta de líquidos y alimentos. Por un lado, la orina es un material de desecho líquido compuesto en un 91-96% de H2O. Dentro de los residuos excretados a través de la orina se incluyen sustancias nitrogenadas como la urea, la creatinina, el amoníaco y el ácido úrico. También se eliminan iones como sodio, potasio, hidrógeno y calcio. Por otro lado, la sudoración es un proceso fisiológico natural que se produce para disipar el calor corporal y evitar un aumento brusco de la temperatura central del cuerpo. Es importante comprender que la sudoración no es simplemente una pérdida de agua, sino que también reduce los niveles de electrolitos importantes como el sodio, potasio, cloruro y magnesio. Sin embargo, la pérdida de sales por sudoración siempre es constante (∼ 30 meq/L), mientras que las pérdidas por orina se adaptan a las necesidades del organismo para mantener la homeostasis del sodio en sangre dentro del rango normal (135-145 meq/L).
En caso de no lograr una hidratación adecuada, las salidas de agua serán mayores a las entradas, lo cual provocará un desequilibrio en los fluidos corporales, mejor conocido como el estado de deshidratación. El grado de deshidratación es función de la rutina de movimiento (cantidad de horas de movimiento por día), la temperatura ambiental y el estado de salud de la persona.
¿Qué es la deshidratación?
La deshidratación es la pérdida de agua corporal. En consecuencia, el organismo no logra disipar el calor corporal de manera correcta, lo que trae aparejado un aumento importante de la temperatura corporal que puede llegar a desembocar en un golpe de calor (Manore y Thompson, 2009). El déficit de agua tiene consecuencias en el organismo y en el rendimiento físico. La deshidratación aumenta la frecuencia cardiaca al mismo tiempo que disminuye la presión arterial, y aumenta el nivel de cansancio durante el ejercicio por falta de agua para mantener estable la temperatura corporal. A su vez, la deshidratación tiene alta incidencia sobre la aparición de calambres y otros malestares al momento de realizar actividad física.
La deshidratación es catalogada en diferentes categorías según su intensidad. La deshidratación leve comprende una pérdida de apenas un 2% del peso corporal de agua. Este estado de deshidratación es muy frecuente en muchos individuos que no han incorporado el hábito de hidratación. Estudios recientes han comprobado que la deshidratación leve produce alteraciones en varios aspectos importantes de la función cognitiva como la concentración, la discriminación perceptiva, la capacidad aritmética, el seguimiento visomotor y las habilidades psicomotoras. A su vez, incide sobre la memoria a corto plazo en personas adultas.
La deshidratación mayor al 2% del peso corporal disminuye el rendimiento en el ejercicio aeróbico y el rendimiento cognitivo en climas con temperaturas cálidas. Un error muy común es esperar a ingerir líquidos cuando aparece la sed. Por lo general, la manifestación de la sed aparece cuando el organismo ya se encuentra deshidratado, razón por la cual no es considerado un indicador fiable. Tener sed significa que al organismo le falta agua, es decir, que la concentración de moles en la sangre ha aumentado debido a la falta de agua (desbalance entre solutos y líquido disponible). Esto genera un aumento de la secreción de la hormona antidiurética para concentrar la orina y retener la mayor cantidad posible de líquido y así contrarrestar el déficit de H2O causado por la deshidratación. En los casos que la pérdida de H2O supere el 10%, el grado de deshidratación se considera severo, y su efecto ya pone en riesgo la vida.
¿Cuál es la diferencia entre la deshidratación hipernatrémica e hiponatrémica?
La deshidratación hipernatrémica se da cuando ocurre una pérdida importante de líquido corporal (diarrea, vómitos, sudoración extrema), lo cual conlleva a un aumento de la osmolaridad de la sangre por encima de los valores normales (285-295 mOsm/L). La hipernatremia produce una expulsión del agua contenida en el interior de las células debido al gradiente de concentración existente. Esta deshidratación celularse asocia con lesiones neuronales (e.g., Arrief y Guisado, 1976).
Es importante resaltar que los casos de hipernatremia no deben ser intervenidos bruscamente a través de reposiciones intravenosas de líquido. Esto se debe a que la rehidratación excesivamente rápida puede causar un rápido influjo de agua en las células cerebrales, ocasionando un edema cerebral. Estas agresiones al cerebro pueden ser duraderas o incluso permanentes.
En el caso de deportistas de alto rendimiento, el esfuerzo físico demanda una importante ingesta de agua con bajo contenido de electrolitos. Sin embargo, el agua consumida puede eventualmente ser retenida en el cuerpo ocasionando un fenómeno conocido como hiponatremia (reducción del sodio en sangre por exceso del contenido relativo de agua). La hiponatremia también se produce por un aumento en la producción de la hormona antidiurética, lo cual puede estar asociado a diversos factores (deshidratación por sudoración, fatiga muscular, estrés, hipoglucemia, etc). De esta manera, el aumento de la hormona antidiurética frente a estas situaciones, lleva a una retención de agua libre que tiende a exacerbar la hiponatremia. En estos casos, el sodio sérico seencuentra por debajo de los niveles normales, registrando valores menores a 135 mEq/L (Montain et al., 2001; Joo y Kim, 2013).
En condiciones avanzadas de hiponatremia comienzan a aparecer síntomas relacionados a la congestión pulmonar e inflamación cerebral, como por ejemplo dolor de cabeza, fatiga, anorexia, letargo, confusión, desorientación, hiperirritabilidad, náuseas, vómitos, hasta convulsiones y coma (Grandjean y Campbell, 2004). Por otro lado, los síntomas musculoesqueléticos incluyen calambres, espasmos musculares y sensación de cansancio/debilidad. La corrección rápida de la hiponatremia crónica puede ser peligrosa y provocar edema cerebral y convulsiones. En la mayoría de los casos, la hiponatremia puede corregirse sin secuelas a largo plazo, pero en casos extremos de sobrecarga hídrica, denominada intoxicación hídrica, la situación es fatal (Almond et al., 2005; Joo y Kim, 2013).
¡Gracias por llegar hasta acá! Esperamos que hayas aprendido más sobre la importancia de la hidratación. Si querés seguir leyendo más artículos sobre el bienestar general, podrás hacerlo en nuestro blog de Exponential Academy.